Escribir es maravilloso. Crear mundos e historias a partir de una hoja en blanco es una sensación extraordinaria. Pero escribir también es duro, también es frustrante. Y vivir de escribir o llegar a publicar alguno de tus escritos, también lo es. Lo es por muchos motivos, pero quizá el principal sea que la mayoría de libros que vemos en librerías son traducidos y no nacionales (salvo que seas famoso y te dé por escribir un libro, en cuyo caso no solo se publica, sino que además se convierte en best seller). Quizá porque no es un sector al que le ven mucho futuro, porque encontrar a alguien que te publique, te pague y no quiera convertir tu historia en algo comercial es como buscar una aguja en un pajar.
Escribir es duro, pero pregunta a cualquier escritor medianamente conocido cómo fueron sus comienzos y ninguno te dirá que fue coser y cantar. La disciplina y la constancia es lo que diferencia la afición del sueño, el hobbie de la meta. Es lo que convierte a un escritor en lo que es. Ojo, no todos los amantes de la escritura ansían convertirlo en su sueño… y esa es otra de las partes maravillosas de escribir, que se puede combinar con otros hobbies u otras metas.
Si todas las personas a las que les gusta escribir lo harían de forma más o menos continua, el mundo estaría lleno de historias maravillosas. Habría muchas más oportunidades para los escritores, más plataformas y más actividades para los amantes de la escritura. Así que si te gusta escribir, escribe. ¿Por qué, para qué? Aquí tienes razones para ello:
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Te hace creativo. Hace que conectes con el lado artístico del cerebro, te permite desarrollar tu imaginación a límites insospechados. Te hace capaz de crear, a partir de un papel en blanco, nuevos mundos e infinitas situaciones.
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Te hace responsable. Cuando subes las historias a alguna plataforma, normalmente por capítulos, te fuerzas a mantener una constancia contigo mismo, con la historia y con los lectores. Te hace disciplinado, los capítulos son como los deberes o quehaceres, pero que haces por placer.
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Te hace crecer, como persona y como escritor. Mientras más escribes, mejor lo haces, y tienes pruebas físicas del progreso (y sino, lee uno de tus primeros relatos y ojea uno de los últimos. La diferencia será abismal y a veces hasta te preguntarás cómo pudiste creer que esa primera historia era tan buena).
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Te ayuda a ser empático. Tienes a cargo a decenas de personajes, todos diferentes. Y tienes que entenderlos para manejarlos con realismo. Tienes que cambiar constantemente de piel, ponerte en la situación del villano y abrir tu mente para comprender qué es lo que le lleva a querer destruír el mundo.
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Hace que entiendas mejor cómo funcionan las cosas. Crear mundos desde cero te fuerza a que comprendas que las reglas existen por razones específicas y que todo tiene un orden y un por qué.
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Aprendes. Y no solo nuevo vocabulario (porque, admitámoslo, desde que escribes conoces más de cinco sinónimos de la palabra «decir»), sino a crear nuevas formas gramaticales, a crear resúmenes de esos párrafos y párrafos en los que realmente no dices nada.
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Te invita a superarte. Lees a un autor en concreto que tiene una forma de escribir particular y decides probar su estilo, o escribir de pronto un relato en segunda persona, o arriesgarte con un género que nunca habías probado. Escribir te invita a salir de tu zona de comfort, anima ese lado aventurero que todos llevamos dentro.
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Te enseña a promocionar/vender. Te desvanas los sesos buscando la sinopsis perfecta, algo que llame la atención del lector para darle click a tu historia. Buscas los finales de capítulos más interesantes del mundo para que el lector se enganche y esté pendiente del próximo (muy telenovelesco, por cierto).
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Hace que te conozcas a ti mismo. Escribir hace que saques esas partes ocultas que tienes en tu interior, en algún lugar recóndito de nuestro ser. Muchas veces, además, sin que te dés cuenta. Tu subconsciente impregna toda tu historia; cada personaje, cada reacción que tiene y cada palabra que escribes. Todo tiene una parte de ti, todo forma parte de ti.
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Te ayuda a amoldarte a las situaciones. Cuando tus personajes deciden no ser como querías que fueran, deciden contestar algo que no tenías planeado, deciden revelarse a los límites que le has puesto. Cuando la trama toma un rumbo inesperado, cuando el climax está más cerca de lo planeado. Escribir es dejarse llevar, ajustarte a los cambios y seguir adelante pase lo que pase.
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Te convierte en inconformista. Te hace juzgar todo lo que ves o lees, e incluso en ocasiones te empuja a que lo escribas a tu manera. «Ojalá esta serie terminara de otra forma» y tu cerebro ya está imaginando la última escena y tus dedos de pronto teclean un fanfic.
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Te hace perfeccionista. Tu historia tiene que estar perfectamente escrita, ese exigente editor interior te obliga a trabajar hasta la perfección.
Los motivos son tan personales como los propios escritos. Yo, por ejemplo, no solo escribo por todas estas razones, sino también porque desde que empecé (a los 14 años, poniendo en papel una historia que me contaba todas las noches para dormir) no he sido capaz de dejarlo. En mi grupo de amigos, era la única que escribía, aunque no era ni de lejos a la única a la que le gustaba. Simplemente le dedicaba más tiempo y dedicación que el resto. Novelas, cuentos, cartas, fanfiction, todo lo que ocupa mi mente. Si lo escribo, simplemente es más fácil. Más fácil de decir, más fácil de sobrellevar, más fácil de entender, más fácil de memorizar. Me ayuda a mantener la cordura y a perderla.Y escribo mejor de lo que hablo, mejor de lo que me expreso. Es mi forma de comunicarme con el mundo. Y mi sueño no es vivir de ello, es publicar alguna de mis historias y poder compaginarlo con trabajar como editora de vídeo, que es lo que he estudiado y a lo que quiero dedicarme.
Si te gusta escribir, escribe. Porque invertir tu tiempo en algo que te gusta no es perderlo, es ganarlo mientras disfrutas.
¿Cuál es tu historia? ¿Cuáles son tus razones para escribir?
Si se te ocurre alguna distinta a las que ya he citado, la añadiré dándote créditos ;)
«Si todas las personas a las que les gusta escribir lo harían de forma más o menos continua»
No es «lo harían», es lo hicieran o hiciesen.
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Muy bueno. Son de esos pequeños placeres y retos en los que nos envolvemos al momento de tomar el sendero de la escritura. Un constante aprendizaje .
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